El próximo día 26 celebraremos en la basílica la solemnidad del santo titular: San Isidoro. Desde que el año 1063, cuando los reyes Fernando I y Sancha trajeron las reliquias de este gran santo, doctor de la Iglesia, desde Sevilla a la capital y sede del reino, este templo cambió su advocación de san Juan Bautista y san Pelayo por la de san Isidoro. San Isidoro, cuya vida transcurre entre los siglos VI y VII, fue obispo de Sevilla en la época visigótica y destacó por su sabiduría, tanto así que se le considera “padre de la Iglesia”, el último de occidente. Fue un escritor prolífico y un infatigable compilador y recopilador. Recapituló todo el saber de su tiempo, presidió concilios, ordenó la vida de los eclesiásticos y defendió la verdadera fe. El VIII Concilio de Toledo hizo este elogio sobre san Isidoro: “El gran doctor de nuestro siglo, la gloria más reciente de la Iglesia católica, el último en el tiempo comparado con ellos, pero no el último comparado en la sabiduría y, lo que es más, el más docto de las últimas centurias, que ha de ser nombrado con toda reverencia, Isidoro“.

En todas las celebraciones (horario de diario) se honrará a nuestro santo patrono, pero de manera especial en la Misa Conventual (20:30 horas) con la misa solemne, el canto de la coral isidoriana y la veneración de su reliquia.